
Decenas de personas hablaron sobre la violencia de género durante la 69.ª sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas (CSW69), celebrada del 10 al 21 de marzo en Nueva York, Estados Uniidos. (Gráfico: GSR/Olivia Bardo)
Nota de la editora: Global Sisters Report lanza Salir de las sombras: luz contra la violencia de género, una serie de un año de duración sobre las formas en que las religiosas están respondiendo a este fenómeno global. La serie comienza con un estudio de cómo se ha abordado el tema durante la 69.ª sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas (CSW69), celebrada del 10 al 21 de marzo de 2025.

El 28 de febrero, Shiny Kuriakose, una madre de 43 años, y sus dos hijas, de 10 y 11, murieron por suicidio al saltar frente a un tren en movimiento cerca del municipio de Ettumanoor, en el estado de Kerala, al sureste de la India.
La mujer había sido durante mucho tiempo víctima de abusos físicos y verbales por parte de su marido, según dijo su padre al medio de comunicación indio Onmanorama, teniendo que acudir al hospital a causa de sus lesiones.
La información decía que la madre pudo haber decidido suicidarse después de una conversación telefónica con su marido durante la cual él abusó verbalmente de ella y dijo que no aceptaría el divorcio. Noby Lukose, el marido, fue posteriormente acusado de inducción al suicidio.
La tragedia ha conmocionado a la India. Pero aunque el resultado —tres muertes— es tristemente extremo, lo que lo provocó es demasiado común en este país y en otras partes del mundo.
"Estas son las cosas que suceden cuando el patriarcado sigue tan potente", dijo la hermana Regy Augustine, hermana de Medical Mission, cuyo ministerio en Kerala se centra en ayudar a las mujeres que se enfrentan a los desafíos de la violencia de género, gran parte de la cual ocurre en el hogar.

Las hermanas Regy Augustine, a la izquierda, y Babita Kumari, de Indian Medical Mission, aparecen en la foto frente a una escuela católica en Queens, Nueva York, EE. UU., cerca de donde se alojan las hermanas en un convento mientras asisten a la 69.ª sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas. (Foto: GSR/Chris Herlinger)
La hermana Augustine es una abogada privada que representa a mujeres en situación de abuso y también trabaja con cuatro organizaciones no gubernamentales que defienden a las mujeres que sufren abusos.
"Las normas y actitudes patriarcales siguen perpetuando la desigualdad de género y normalizando la violencia contra las mujeres", dijo, y añadió que "la violencia doméstica es un problema social importante en la India, con efectos devastadores en la salud física y mental de las mujeres, lo que contribuye negativamente a la salud nacional y social".
Augustine habló durante la 69.ª sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas, que este año se centró en el 30.º aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Pekín de 1995, que fue adoptada por 189 países y sigue siendo un hito en la búsqueda de la igualdad de género.
Augustine, que habló durante un evento el 10 de marzo en el Centro Eclesiástico para las Naciones Unidas (copatrocinado por cuatro congregaciones femeninas), fue una de las docenas de personas que hablaron sobre el tema de la violencia de género durante la comisión.
El hecho de que tantas sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de este año se centraran en el tema —que surgió repetidamente, incluso en sesiones no centradas específicamente en él— demostró hasta qué punto el problema sigue siendo persistente, grave y endémico.
Por supuesto, existen diferentes tipos de violencia: violencia doméstica, violencia durante conflictos y guerras, y violencia en línea dirigida a las mujeres. Todas ellas se debatieron durante la comisión, pero al plantear el desafío general sobre la violencia contra las mujeres, los oradores señalaron con esperanza que se obtienen buenos resultados cuando las sociedades promueven la igualdad de género, y que eso puede ser una forma de reducir la violencia de género.
"Sabemos que las sociedades se benefician de la paridad de género y del empoderamiento de las mujeres", dijo la hermana dominica Patricia McDonald durante un evento, celebrado el 11 de marzo, centrado en la importancia del empoderamiento de la mujer. Cuando eso ocurre, dijo McDonald, las sociedades "tienden a tener menos violencia de género, incluido el acoso sexual y la violencia doméstica".
Hay muchas capas que desentrañar, dijo Augustine en el evento del 10 de marzo, utilizando la India como ejemplo. En primer lugar, las mujeres indias siguen siendo vistas a menudo como inferiores a los hombres y "se espera que sean sumisas a sus maridos y a otros miembros masculinos de la familia". A medida que la sociedad anima a los maridos a ejercer sus derechos para controlar a sus esposas, dijo, "esta mentalidad conduce a un sentido de derecho y control sobre las mujeres".
Esta dinámica acaba convirtiéndose en una "triple carga", afirmó, porque "a las mujeres que sufren violencia doméstica a menudo se les culpa de su propio maltrato y se les dice que lo toleren por el bien de sus familias o matrimonios".
"Las mujeres no se quejan, sufren"
En una entrevista posterior con Global Sisters Report, Augustine dijo que en la India "la institución de la familia es muy valiosa". Eso se traduce en comodidad, amor y seguridad cuando la familia funciona bien. Pero cuando la violencia se convierte en una dinámica, se produce un daño a las mujeres, a menudo enmascarado por el silencio.
Con demasiada frecuencia, "las mujeres no se quejan, sufren", dijo Augustine, y algunos casos extremos terminan en suicidio, como el de Shiny Kuriakose.
Su compañera de la Misión Médica, la hermana Babita Kumari, cuyo ministerio se encuentra en Pune, estado de Maharashtra, India, describió la violencia de género como una "crisis", especialmente en las zonas rurales, donde la sumisión femenina está más aceptada culturalmente y donde la dependencia económica de los maridos y de los miembros masculinos de las familias es más frecuente.

Un acto de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, celebrado el 20 de marzo en la Misión de Irlanda ante las Naciones Unidas, se centró en la violencia de género y en las formas en que las supervivientes deben liderar el camino hacia el cambio. (Foto: GSR/Chris Herlinger)
Un acto de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, celebrado el 20 de marzo en la Misión de Irlanda ante las Naciones Unidas, se centró en la violencia de género y en las formas en que las supervivientes deben liderar el camino hacia el cambio. (Foto: GSR/Chris Herlinger)
Las normas culturales también son más agudas cuando se encuadran de manera exagerada como un sacrificio por el bien de la familia y de los niños en particular, dijo. "El gran sacrificio es por los niños», manifestó Kumari a Global Sisters Report. "Las mujeres dirán: 'Tengo un hijo. ¿A dónde puedo ir?'", apuntó.
Kumari dijo que en las zonas rurales se denuncian menos casos de violencia y abuso ante la policía, que a su vez investiga mucho menos los casos de violencia doméstica en comparación con las autoridades de las zonas urbanas.
Justo antes de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, ONU Mujeres publicó un informe en el que se hacía balance de los 30 años transcurridos desde que la Declaración de Pekín adoptó una visión más amplia. El informe señalaba que hace 30 años "la violencia contra las mujeres estaba lejos de las agendas políticas generales", pero que la Plataforma de Acción de Pekín "reconocía la continuidad de la violencia, el abuso y el daño, que adopta múltiples formas, desde los rígidos estereotipos de género, el matrimonio infantil y el acoso sexual hasta la violencia de pareja y el feminicidio".

Una vista de la tercera sesión plenaria del 69.º período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas. (Foto: ONU/Manuel Elías)
Estas formas de violencia "tienen una causa raíz común: la desigualdad de género profundamente arraigada y las normas discriminatorias", reza el informe, haciéndose eco de lo que Augustine, Kumari y numerosos oradores dijeron en la comisión. "La respuesta a la violencia contra las mujeres y las niñas aún no ha alcanzado la magnitud del problema", sobre todo en una época descrita como de "reacción misógina".
Por supuesto, hay nuevos desafíos que eran impensables hace 20 años, señala el informe. Los medios digitales han avivado nuevas formas de violencia "con robots que multiplican la velocidad y la escala de la violencia en línea". Además, la inteligencia artificial generativa "ha abierto espacios adicionales para popularizar los estereotipos discriminatorios".
Estos nuevos desafíos añaden un nuevo relieve a los patrones establecidos, y los patrones, según ONU Mujeres, son preocupantes, ya que casi una de cada tres mujeres en todo el mundo ha sido víctima de algún tipo de violencia. Mientras tanto, se estima que cada 10 minutos muere una mujer, y casi dos tercios de ellas son asesinadas por sus parejas o familiares, según la ONU.
En Haití, un caso de feminicidio
Hay un nombre para estos crímenes: feminicidio, y eso también se convirtió en tema de debate durante la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer. Una de las que abordó ese desafío fue Catheline Théodora Désiré, activista feminista y estudiante haitiana de doctorado en la Universidad de Miami.
Désiré habló durante un evento de la comisión, celebrado el 13 de marzo en la Universidad de Nueva York, que examinó el feminicidio en Haití, la República Democrática del Congo y Costa de Marfil.

Catheline Théodora Désiré. (Foto: GSR/Chris Herlinger)
Allí compartió el caso de Marlene Colin, una enfermera que fue apuñalada 17 veces frente a su hija por su pareja en mayo de 2018 en Labidou, Haití, un suburbio de la ciudad costera de Jacmel. Colin era prima de Désiré, pero era como una "madre adoptiva", dijo a Global Sisters Report. "Básicamente, me crió y me cuidó cuando era pequeña", acotó.
Quince meses después del crimen, el asesino de Colin fue finalmente declarado culpable y condenado por el crimen, aunque la sentencia fue de solo 10 años.
Désiré dijo que el asesinato fue traumático para ella y para los demás amigos y familiares de Colin. "No es algo que le desearía a nadie", dijo sobre el trauma.
Pero igual de traumático fue darse cuenta de lo insensible que era la sociedad haitiana sobre el caso y el feminicidio en general. Gran parte de lo que se dijo públicamente sobre el caso, incluso en las redes sociales, se centró en "lo que [Colin] 'hizo para merecerlo' y no en el acto en sí".
Lo que quedó claro a medida que se desarrollaba el caso y su reacción, dijo Désiré, fue la necesidad de una visión más amplia: de cómo la sociedad en general, incluidas las instituciones religiosas, perjudican a las mujeres con el mensaje de que es mejor permanecer en relaciones tóxicas que arriesgarse a convertirse, por ejemplo, en madre soltera.
"Los consejos familiares, las religiones y las autoridades son indiferentes cuando se trata de la violencia en las parejas", dijo Désiré a Global Sisters Report y añadió: "Refuerzan el patriarcado al pedir a la víctima que se encoja y permanezca en la relación tóxica por los hijos".
Enredada en todo esto, aseveró Désiré, está la dinámica de la dependencia económica.
Incluso si las víctimas quieren dejar una relación, dijo Désiré, "se cuestionan a sí mismas y se quedan por el refugio económico que les proporciona un hombre".
Aunque habla de lo que vivió en Haití, Désiré expresó que está claro que se trata de un desafío global que debe convertirse en una causa global, tanto por parte de las mujeres como de los aliados y simpatizantes masculinos.
"Esto no es un 'problema haitiano'", dijo. «Todas estamos en peligro. Es un problema global", puntualizó.

Una mujer sostiene un cartel mientras los manifestantes se reúnen el 4 de septiembre de 2019 en el Foro Económico Mundial sobre África en Ciudad del Cabo durante una protesta contra la violencia de género. (Foto: CNS/Reuters/Sumaya Hisham)
Soluciones locales para un problema global
Es un problema global que debe abordarse al más alto nivel, como en las Naciones Unidas, pero también a nivel local, como están haciendo varias congregaciones de hermanas, entre ellas las Hermanas de Medical Mission.
En la presentación del 11 de marzo sobre la igualdad de género, Kumari adoptó una visión global del trabajo de las hermanas, señalando que la integración de la concienciación y la formación sobre la violencia de género en la atención sanitaria para las comunidades pobres y marginadas se ha convertido en la norma en un programa de atención primaria de salud de Medical Mission en Rubanda, en el suroeste de Uganda.
Lo más destacable de ese trabajo, dijo, es que igual número de mujeres y hombres de 23 aldeas han participado en cursos de formación para poner fin a la violencia de género en las comunidades locales.
Estos programas pueden complementar los avances a nivel nacional y regional. Desde la Declaración de Pekín, numerosos países han avanzado en la promulgación de leyes para ayudar a impulsar la igualdad de género.
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Por ejemplo, la India ha dado igualdad de condiciones a las mujeres en su constitución, dijo Augustine, y ha tomado algunas medidas para abordar la violencia doméstica, incluida la aprobación de una legislación en 2005 dirigida específicamente a la violencia doméstica.
"Pero la implementación ha sido inconsistente", aseguró, citando un artículo del Indian Journal of Medical Research que presenta las estadísticas de la Oficina Nacional de Registros de Delitos: "se registró un delito contra mujeres cada tres minutos. Cada hora, al menos dos mujeres son agredidas sexualmente y cada seis horas, una joven casada es golpeada hasta la muerte, quemada o llevada al suicidio".
Aunque la India ha hecho notables progresos en los indicadores de desarrollo social en las últimas décadas, Augustine dijo que "la violencia doméstica sigue siendo un impedimento importante para lograr la verdadera igualdad de género, lo que da lugar a la violencia de género".
Dada la gravedad del problema, es importante que las instituciones —como las gubernamentales, no gubernamentales y religiosas— redoblen sus esfuerzos para abordar el problema, incluso, como hace Augustine, trabajando junto con esos grupos.
Tanto los pequeños como los grandes pasos ayudan en lo que Augustine llama "el camino de la liberación" de las mujeres y la búsqueda de un mundo en el que la violencia misógina se reduzca y finalmente termine.
"Empoderar a las mujeres y detener la violencia contra ellas puede ayudar a la sociedad a crecer y desarrollarse a un ritmo más rápido", dijo Augustine. "Un mundo con igualdad de género está a nuestro alcance si lo elegimos", añadió.
Nota: Este artículo fue publicaado originalmente en inglés el 24 de marzo de 2025.