El proyecto Mercy Greenbrae puede verse en construcción en el campus de la antigua Universidad Marylhurst. A través de una asociación de las Hermanas de los Santos Nombres de Jesús y María y Mercy Housing se están construyendo 100 viviendas asequibles donde antes había dos residencias universitarias. (Foto; cortesía de Mercy Housing y Walsh Construction)
Nota de la editora: La serie Vida Religiosa en Evolución explora cómo las hermanas católicas se están adaptando a las realidades de las congregaciones en transición y a las nuevas formas de vida religiosa. Aunque escribimos a menudo sobre estas tendencias, esta serie en particular se enfoca con más detalle en las esperanzas de las hermanas para el futuro.
Seis años después de su desgarrador cierre, el antiguo campus de la Universidad de Marylhurst cobra nueva vida.
Fundado por las Hermanas de los Santos Nombres de Jesús y María en 1983, la falta de matriculaciones obligó a cerrar el campus de Lake Oswego (Oregón, Estados Unidos), un elegante suburbio al sur de Portland, en 2018. Sin embargo, en abril los primeros residentes empezarán a mudarse a 100 viviendas asequibles en un edificio sostenible que sustituyó a dos dormitorios y un aula. El terreno sigue perteneciendo a la congregación religiosa, pero los apartamentos son un proyecto de Mercy Housing, una de las mayores organizaciones de viviendas a precios moderados del país.
La Hna. Linda Patrick, miembro del consejo provincial, dijo que a pesar de que se están construyendo viviendas asequibles en una zona acomodada —lo que suele ser polémico—, ha habido un enorme apoyo al proyecto del Mercy Greenbrae. En 2020 el ayuntamiento aprobó por unanimidad el cambio de zonificación necesario.
"Está entre dos comunidades muy ricas, Lake Oswego y West Linn. Lake Oswego es probablemente la comunidad más acomodada de Oregón", dijo Patrick y añadió: "Pero la ciudad reconoció la necesidad de viviendas asequibles para la fuerza laboral: la gente que trabaja en las tiendas de comestibles y en Starbucks necesita un lugar donde vivir".
Los apartamentos cercanos pueden costar hasta 1940 dólares al mes por un estudio; un apartamento de dos dormitorios puede costar más de 4000 dólares al mes. Un apartamento de tres dormitorios en Mercy Greenbrae, por su parte, cuesta 1641 dólares para quienes reúnan los requisitos de ingresos.
"La vivienda asequible es una gran necesidad", dijo Patrick.
La Universidad Marylhurst, fundada por las Hermanas de los Santos Nombres de Jesús y María en 1893, cerró en 2018. En abril, los residentes comenzarán a mudarse a 100 viviendas asequibles construidas en el sitio en donde se encontraban dos antiguos dormitorios. (Foto: Wikimedia Commons/CC BY-SA 4.0/Another Believer)
Los nuevos residentes no serán los primeros no universitarios del campus: en 2000, las hermanas se mudaron de la casa provincial de la congregación y esta se convirtió en el núcleo de Mary's Woods, una comunidad de jubilados de atención continuada, que alberga actualmente a 800 residentes.
"Había un señor en una reunión informativa, tiene 95 años, que me preguntó cuándo iba a hablar (el representante de Mercy Housing) de 'todo lo que puedo hacer para ayudar allí' ", dijo Patrick. "Quiere leer a los niños", agregó.
Convertir la casa provincial en una comunidad de ancianos y las residencias universitarias en viviendas asequibles son solo dos de las docenas y docenas de proyectos en todo el país en los que las religiosas católicas están transformando propiedades como terrenos y edificios en herramientas para satisfacer otras necesidades.
A medida que disminuye el número de religiosas en Estados Unidos —en 2022 había 36 321, según el Centro de Investigación Aplicada al Apostolado de la Universidad de Georgetown, frente a las casi 80 000 del año 2000—, las congregaciones ya no necesitan los enormes conventos en enormes campus que se construyeron para cientos de religiosas hace muchas décadas.
"Ninguna de nosotras, desde las fundadoras hasta hoy, ha mirado nunca una propiedad y se ha preguntado: '¿Cómo nos va a hacer esto ganar dinero?'. Siempre se trata de cómo nos va a ayudar a avanzar en nuestro ministerio": Hna.Susan Sisko
Pero encontrarles un nuevo uso no siempre es fácil: muchos están muy anticuados, con sistemas deficientes, difíciles o imposibles de modernizar o renovar, y situados en entornos tranquilos y bucólicos que los posibles compradores consideran apartados e incómodos.
La Hna. Ruth Plante explicó a los asistentes a la conferencia anual de 2022 del Centro de Recursos para Institutos Religiosos que su congregación, las Hermanas de San Basilio el Grande, trabajó durante años para evaluar y planificar qué hacer con su campus de 250 acres (101,17 hectáreas) en Uniontown, Pensilvania, a 80 km al sureste de Pittsburgh, llegando a enviar 700 solicitudes de propuestas.
Obtuvieron cuatro respuestas.
"Fue, como mínimo, decepcionante", declaró Plante en la conferencia.
En aquel momento, 14 hermanas vivían en un monasterio construido en 1965 para 100, y "no se pueden pagar las facturas con la hierba", dijo.
Por fin apareció un comprador y parecía que sus problemas iban a solucionarse. Pero dos días antes del cierre previsto, justo antes de Navidad, el comprador se echó atrás.
"Así que profundizamos un poco más en la confianza", dijo Plante. "Recordamos que tenemos un Dios amoroso que tiene un plan para nosotros", acotó.
Hoy, la Hermana Susan Sisko es superiora y dice que la congregación ha abandonado los planes de venta, pero está buscando formas de utilizar el campus para impulsar su misión y ministerio. Es difícil, sin embargo, porque los promotores tienen una perspectiva muy diferente.
Las hermanas consideran que los edificios son hermosos, históricos y un tesoro espiritual, "pero cuando llega un promotor, lo único que ve son cañerías anticuadas", afirma Sisko. "Ninguna de nosotras, desde las fundadoras hasta hoy, ha mirado nunca una propiedad y ha dicho: '¿Cómo nos va a hacer esto ganar dinero?' Siempre se trata de cómo nos va a ayudar a avanzar en nuestro ministerio", indica.
Todo esto se complica por el hecho de que el campus acoge una gran peregrinación anual a su santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, la mayor y más antigua peregrinación católica bizantina de Estados Unidos, y muchos de los edificios se utilizan para alojar a los peregrinos durante el evento.
"Que alguien pueda venir y tener una visión similar a la nuestra es difícil", dijo Sisko y añadió: "Seguimos apostando por el ministerio, pero también necesitamos comer".
El convento de las Felicianas, a las afueras de Boston, alberga ahora un centro de acogida para menores no acompañados que llegan a la frontera sur de Estados Unidos; los niños son atendidos allí mientras se les pone en contacto con familiares dentro de este país. (Foto: Google Street View)
Las Hermanas Felicianas se alegraron mucho de encontrar no solo una visión similar, sino también una forma de continuar su misión de una manera inesperada.
Estaban estudiando qué hacer con el espacio no utilizado de su convento en un suburbio de Pittsburgh y se dieron cuenta de que podían trasladar a todas sus hermanas y oficinas a la tercera planta, dejando las dos primeras libres para otro uso. Casi al mismo tiempo, el Gobierno federal pidió al Instituto de la Sagrada Familia, un ministerio patrocinado por las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, que ampliara su programa Journey to Hope (Viaje a la Esperanza), que ofrece alojamiento temporal a menores no acompañados que llegan a la frontera sur de Estados Unidos.
Desde 2021, la mitad de los niños acogidos por el Instituto de la Sagrada Familia se alojan en un edificio que fue orfanato en el campus de la Sagrada Familia, y la otra mitad en el convento de las hermanas Felicianas. El cuidado de los menores no acompañados está estrictamente regulado por la ley y las decisiones judiciales; la mayoría de los niños permanecen entre 30 y 40 días mientras se ponen en contacto con familiares en Estados Unidos.
Advertisement
"Es una maravillosa colaboración entre dos órdenes que originalmente llegaron a este país para servir a los niños inmigrantes", dijo Michael Sexauer, presidente del Instituto de la Sagrada Familia. "La misión continúa más de 100 años después; aunque es lamentable que la necesidad siga existiendo, es maravilloso que sigan dedicadas a ello", agregó.
Algunas personas consideran controvertido todo lo relacionado con la inmigración, pero Sexauer afirma que esto responde a dos necesidades a la vez.
"Realmente, ¿cuáles son las alternativas?", dijo. "Creo que la mayoría de la gente quiere que se atienda a los niños en lugar de que los edificios estén vacíos", indicó.
Hermanas Clarisas de Boston frente a su nuevo monasterio en Westwood, un suburbio de Boston. Su anterior monasterio, con capacidad para 70 hermanas, era demasiado grande para la congregación. (Foto: cortesía Clarisas de Boston)
La Hna. Clare Frances, abadesa de las Clarisas de Boston, lo sabe todo sobre edificios casi vacíos.
En 1934, las monjas de clausura se trasladaron de lo que Clara Francisca llamó "un albergue de mala muerte de cinco pisos convertido en monasterio", en el contaminado centro de Boston, a un hermoso monasterio construido al estilo francés en Jamaica Plain, al borde del Arnold Arboretum de la Universidad de Harvard.
Pero 70 años después, el monasterio construido para 70 hermanas era demasiado grande, anticuado y caro de gestionar y mantener para las nueve hermanas de la comunidad. Encontrar un nuevo hogar, sin embargo, era difícil, y lo era cada vez más a medida que el valor del monasterio existente seguía cayendo.
"¡Era un edificio vacío!", dice Clare Frances. La calefacción no estaba dividida en zonas, así que ni siquiera podían concentrarse en una parte del edificio para ahorrar dinero: tenían que calentarlo todo o nada.
Las Clarisas de Boston buscaron un nuevo hogar durante 20 años antes de encontrarlo en Westwood. En la foto, su antiguo convento de 90 años en Jamaica Plain, cerca del Arnold Arboretum de la Universidad de Harvard (Foto: cortesía Clarisas de Boston).
Finalmente, encontraron un lugar en la cercana Westwood. Muchos de los benefactores de la orden ya se habían trasladado a las afueras; la casa había sido un centro espiritual ecuménico y un lugar de oración, por lo que incluía un terreno hermoso y tranquilo con un laberinto, y podría ampliarse cuando hubiera nuevas vocaciones. El precio era esencialmente un intercambio de propiedad por su antiguo monasterio, que se convertirá en consultorios médicos, una guardería y, detrás del edificio del monasterio, condominios.
Cuando las hermanas empezaron a hacer las maletas, se dieron cuenta de que el antiguo monasterio también estaba lleno de moho, lo que hacía aún más urgente su traslado. Pasaron su primera noche en el nuevo monasterio el 15 de diciembre de 2023.
"Estamos muy agradecidos de estar aquí", dijo Clare Frances. "Estamos encantados con este lugar", añadió.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 18 de marzo de 2024.